¿Por qué escribo?
Hoy hace dos años que me lo pregunto, cada vez que paso horas preparando un texto y las fotos que lo acompañen, intento ser sincera y la respuesta que obtengo es «buscarle un sentido a la vida.”
Albert Camus escribió, en “Cartas a un amigo alemán”, que, el sentido para la vida, había que buscarla en el ser humano; puesto que somos los únicos que necesitamos la idea de un “sentido para existir”.
«No hay vida viable sin proyección en el futuro, sin promesa de maduración y de progreso», decía Camus. Porque si no «¿qué motivo tiene para estar emocionado quien no espera nada de mañana?»
Escribir, para mí, es la expresión más profunda de cómo y desde que lugares reflexionamos sobre la memoria y los diálogos que nos constituyen como personas.
Hace algunos meses que llevo el espíritu enfocado en el lado trágico de la existencia y, confieso, que extraño profundamente reírme del mundo y de mí. Creo que la esencia de poder leerse una misma es intentar abrirse paso, avanzar; ponerte en contacto con sentimientos que ignorabas que tenías.
Yo he descubierto para mí misma, en este momento y en este lugar, que lo importante en la vida es la valentía y aprender a vivir sin miedo.
Mirando las fotos me viene a la mente la frase que Kubrick escribió en el guion de la Naranja Mecánica: “Es curioso que los colores del mundo real solo parecen verdaderos cuando los videamos en una pantalla.» Todo lo relacionado con la imagen está completamente saturado, es el arma de desfogue más potente, tanto que desplaza a la realidad, incluso si esta es tan real, que desubica.
Palabra e imagen, «LOS» paradigmas de la vida moderna.