Atomos por la Paz.

*Antes de empezar la lectura quiero contar que ha sido un momento difícil tratar de poner fotos a este texto. Algunas fotos que he tomado para la ocasión están hechas con un pinhole, simulando una cámara estenopeica.*

 

El 27 de Mayo de este 2016 el actual presidente de EEUU Barak Obama visita la ciudad de Hiroshima 71 años después de que las tropas estadounidenses lanzaron, durante la segunda guerra mundial una bomba nuclear que mató a 140.000 personas. Las palabras del presidente para referirse a este hecho fueron: «71 años han pasado desde aquel día. Era una mañana luminosa y sin nubes. La muerte cayó del cielo y el mundo cambió».

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La muerte cayo del cielo.

¿La muerte cayo del cielo?, ¡vaya mierda!, pensé. La ciudad fue arrasada por una bomba atómica y al señor presidente de los Estados Unidos de América le sugirieron ¡tamaño eufemismo! ¿Para evitarse nuevas disculpas?

Rebuscando más sobre el tema encontré “Hiroshima”, un libro de John Hersey que tiene su origen en un encargo por el New Yorker. El diario quería publicar el otro lado del bombardeo, el de las víctimas de tan cruento ataque.  Hersey entrevistó a seis sobrevivientes del bombardeo y relató el horror de lo sucedido.

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Bifurcación de la paz: Una bomba destruye todo lo conocido; el sitio perdura la gente no.

Corría el año de 1945 cuando Harry Truman ordeno utilizar dos bombas de hidrógeno en Japón, como represalia por bombardeo de Pearl Harbor. El primer día destruyeron Hiroshima y al siguiente Nagasaki. Enola Gay era el nombre del avión que lanzó la primea bomba y Paul W. Tibbets, el piloto del B-29 de las Fuerzas Aéreas estadounidenses que transporto ‘Little Boy’, (el nombre con el que bautizaron la bomba atómica), a su destino final.

Aunque lo pongo entre paréntesis pienso que un detalle dice mucho; en este caso de quienes decidieron atacar y los que decidieron acatar la orden. Ciertamente hay que ser cabrón para ponerle nombre a un artefacto de destrucción masiva; si vas a matar a millones de personas como mínimo se coherente y nómbrala de acuerdo a la ocasión: lethaldevice, usacribillator, unhealthyarrogance, unprecedentedevil… ¡no sé¡ algo acorde a la nula ética del suceso; “Little Boy” es puro y duro sarcasmo, nivel de crueldad a tope. Entrados ya en detalles, cuentan también que el piloto jamás se arrepintió. Uno que murió cabrón.

Al día de hoy existe un consenso más o menos generalizado (ya se sabe que idiotas siempre quedan) de que aquello fue desproporcionado, un crimen de lesa humanidad. Pese a que se conocían a los autores intelectuales y materiales, nunca hubo sanciones. El terrorismo de estado una vez más quedaba impune. En la mitad del SXX una bomba ejecuto indiscriminadamente a todos los habitantes de una ciudad y no hay corte que se digne sancionar la barbarie.

La perturbadora carrera armamentística en la que se sumergió EEUU se basó en el impulso de armas nucleares. (Pre)Potentes artefactos militares para arrodillar y humillar a la Unión Soviética e impedirle cualquier elección de un desarrollo económico distinto al del imperio. Hay que reconocer que la URSS interpretó de maravilla su rol de segunda potencia.

De esta guerra de potencias nace la OTAN, para beneficio de los EEUU. Y se erige como brazo armado capaz de inclinar la balanza en el delicado “equilibrio” entre naciones. Equilibrio basado en estrategias disuasorias sobre la posibilidad de la destrucción reciproca: tú me bombardeas y yo a ti, ninguna de las dos naciones sobrevivirá. A este “maravilloso” escenario súmense los DESPROPORCIONADOS arsenales nucleares que tenían (¿tienen?) Inglaterra, Francia, Israel y China,

¿Hacia a donde dispararán todos?

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Todos tus muertos.

Sigo revolviendo libros en la biblioteca y páginas de internet hasta que un hecho verdaderamente obvio se filtra entre las lecturas y surge la pregunta del millón: ¿Cómo es que luego de haber experimentado en primera persona las devastadoras consecuencias de la bomba atómica, Japón construyó una central nuclear para generar energía eléctrica, en vez de acceder a otras formas más limpias y menos riesgosas?

Con algo de asombro descubro información detallada sobre la manipulación mediática a la que sometieron al pueblo Japonés que se oponía radicalmente a la construcción de la central nuclear en Fukushima.

Todo empieza, como siempre, con una declaración de buenas intenciones por parte de algún presidente estadounidenses.

El 8 diciembre de 1953, en la Asamblea General de la ONU, Eisenhower pronuncia su alocución “Átomos para la paz”. En este discurso reconoce los peligros de una posible guerra atómica y de la proliferación de armas nucleares. Pero mientras todos pensaban que se limitaría a proponer  acuerdos para parar una futura y posible guerra nuclear, su intervención da un giro y alaba el uso de esta energía con fines civiles, es decir, su uso pacífico y científico.

Ya que me atragante todo el discurso, aquí les suelto algunas perlas: -(las negritas, mayúsculas son mis particulares signos de exclamación.)-

      El 16 de Julio de 1945, los Estados Unidos accionaron la primera explosión atómica en la  historia de la humanidad. Desde esa fecha en 1945, los Estados Unidos de América han llevado a cabo 42 ensayos nucleares.

Mi país desea ser constructivo, no destructivo. Deseo el acuerdo, no las guerras entre naciones. Deseamos vivir en libertad y con la confianza de que los ciudadanos de todas las naciones disfruten en igualdad del derecho de escoger su propio modo de vida.

…el Gobierno de los Estados Unidos apoyará firmemente a las Naciones Unidas en este proyecto. Debemos tener la convicción de que nuestra sabiduría, nuestro coraje y nuestra fe podrán traer a este mundo una paz duradera para todas las naciones y la felicidad y el bienestar para toda la humanidad.

Por consiguiente, el propósito de mi país es ayudar a derribar la cámara de los horrores y traer la luz, encontrar un modo por el cual las mentes de los hombres, las esperanzas de los hombres, las almas de los hombres dondequiera que se encuentren, puedan caminar hacia la paz y la felicidad.

Los Estados Unidos deben buscar más que una mera reducción o eliminación del material atómico para fines militares.

Veo semillas de paz, ellas hablan más fuerte que las promesas o nuestras intenciones.

Los Estados Unidos Saben que las fuerzas destructivas de las armas nucleares pueden ser revertidas y utilizadas para el beneficio de la humanidad.

 

Este es el inicio del negocio de las centrales nucleares a escala mundial.

Para demostrar lo “honorable” de sus palabras y para que a nadie le quede duda sobre la  intención de perfeccionar las armas, 3 meses después en Marzo de 1954, el ejército de EEUU detonó en secreto una bomba termonuclear de hidrógeno, la más mortífera que se haya lanzado jamás, (1200 veces más potente que las de Hiroshima y Nagasaki).

En algún punto de las islas Marshall se detonó Castle Bravo, (nombre de la bomba), la primera de su tipo en nivel de potencia. Al parecer los diseñadores cometieron un error de cálculo sobre la potencia y la contaminación radioactiva provocó una auténtica catástrofe medioambiental. Joseph Rotblat, físico y premio Nobel de la Paz, demostró que la contaminación generada por este experimento fue miles de veces superior a la prevista y reconocida por las autoridades de EEUU.

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Vivir en el mundo contaminado o fuera de el.

Entre los afectados por la prueba, se encontraban los tripulantes del pesquero japonés Lucky Dragon Nº5. La muerte por radioactividad de uno de los tripulantes del pesquero, las enfermedades sufridas por los otros tripulantes y la difusión del estudio de Rotblat provocó un enfrentamiento diplomático entre Japón y EEUU.

El pánico hacia la energía nuclear se apodero de la isla y se extendió hasta concretar la formación de un movimiento antinuclear y anti-EEUU, que se mantuvo activo y en pie de lucha para oponerse a los planes de EEUU y el gobierno nipón para construir una planta termonuclear en Japón.

El gobierno de EEUU, presto (como siempre) a defender sus intereses estratégicos (años antes había construido una base militar) y económicos en el país,  influyó en los medios de comunicación para realizar un “lavado de imagen” y favorecer la industria gringa, representada por la General Motors y sus planes de construir una central termonuclear en este país.

El encargado de llevar a término la campaña pro-energía nuclear fue Matsutarō Shōriki, un ex criminal de guerra rehabilitado por la CIA (la agencia de inteligencia militar de EEUU)  y convertido en magnate propietario de una televisora y medios impresos. Con todos los grandes medios a su favor derrotaron y destrozaron al movimiento antinuclear de Japón. Los eslóganes predicaban PAZ, JUSTICIA y SEGURIDAD a través de la inversión de tecnología de punta, promoviendo la idea de que la energía nuclear es limpia, segura y aportaría incalculables beneficios económicos al Japón.

Otro dato curioso, (ya que estamos): el señor Shōriki fue el padre del béisbol profesional en su país, (pan y circo para el pueblo).

Para reforzar la idea de seguridad y control sobre la energía nuclear, el mismo año -1954-, el presidente Eisenhower lanza su programa “Átomos por la paz” que consistió -nada más y nada menos- en  la “brillante” idea de repartir a nivel mundial varias toneladas de material nuclear de grado militar, -40 toneladas de uranio altamente enriquecido, suficientes para producir más de 1.400 armas nucleares-(A propósito. Ya saben de dónde salió el material nuclear que tiene IRAN). La idea básica era “compartir” tecnología nuclear a otras naciones, si éstas prometían no fabricar armas.

¡Mierda! Por una vez que los gringos comparten algo y son toneladas de material nuclear. ¿En serio? Parece un mal chiste. Estados Unidos era entonces el dueño de la tecnología nuclear y dominaba la minería de uranio y boro.

En 1966 empieza la construcción de la central eléctrica de Fukushima, la primera en su género. Como dirían los analistas regionales de la época: No se trataba de producir energía limpia y segura, como lo dijeron, sino que General Electric y un puñado de empresas estadunidenses y japonesas lucren en beneficio propio. En 1971 la planta comenzó a generar energía eléctrica.

Como es común en estos casos, siempre hay un alma arrepentida y en 1976 un ingeniero nuclear de la General Electric -Dale Bridenbaugh-, admite haber hecho advertencias a los gerentes de General Motors, sobre la imposibilidad de garantizar la actividad segura y sin riesgos de las centrales nucleares en EEUU. Por supuesto, razones económicas de peso fueron alegadas para que esta información no fuese de conocimiento público.

El 11 de marzo de 2011, se produjo un terremoto magnitud 9,0 en la costa noreste de Japón. Ese día los reactores 1, 2 y 3 estaban operando, mientras que las unidades 4, 5 y 6 estaban en corte por una inspección periódica. Parece ser que los reactores pueden usar la electricidad del tendido eléctrico externo para enfriamiento, pero la red se inutilizó por el terremoto. Los motores diésel de emergencia para la generación de electricidad comenzaron a funcionar normalmente, pero se detuvieron abruptamente con la llegada del tsunami que siguió al terremoto.

Tras el maremoto se declaró un estado de emergencia en la central nuclear, a causa de la falla de los sistemas de refrigeración de uno de los reactores. En un principio se había informado que no existían fugas radiactivas y se habían evacuado a los 3000 pobladores en un radio de 3 km del reactor. 11 Horas después se había elevado el radio a 10 km y se pedía evacuar a unas 45 000 personas. Uno de los reactores es refrigerado mediante la circulación de agua a través de su combustible nuclear, por la imposibilidad de disminuir la presión alta de vapor, que alcanzaba 2 veces el nivel permitido. La empresa Tokyo Electric Power Company evaluó, y luego liberó parte de ese vapor radiactivo, para reducir la presión en el interior del reactor. Los niveles de radiación en el cuarto de control de la planta estaban 1000 veces por encima de los niveles normales.

En la tarde del día 11 de marzo se produjo una explosión en la central que derribó parte del edificio; el 14 de marzo se produce una segunda explosión y el 15 de marzo una tercera.  El resto de horas y días solo se cuentan en un cumulo de problemas.

El accidente de Fukushima es elevado por el gobierno japonés al nivel 7 en la escala de accidentes nucleares, igualándose en gravedad al accidente de la planta atómica de Chernóbil. Todo esto tras sucesivas explosiones, subidas dramáticas de nivel de radiación en la zona colindante, confirmada fusión parcial de al menos uno de los núcleos, fuga de agua radiactiva al mar y sucesivos intentos fallidos por bajar la temperatura en los reactores comprometidos. En algún momento del desastre la Tokyo Electric Power Co. (TEPCO), operadora de la planta de Fukushima, admitió que, entre otros problemas 300 toneladas de agua subterránea radiactiva se había filtrado al mar y continuaba haciéndolo, desde la planta de Fukushima hasta el océano Pacífico. Hablamos de agua altamente contaminada por supuesto, pero la versión oficial minimizaba la posibilidad de que dañase la vida marina o los seres humanos. “No hay que preocuparse”, fue el mensaje.

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!Eliminar la vida¡ nos quedamos con el dinero.

Mientras miro el documental Fukushima, una historia nuclear un escalofrío me recorre la espalda: durante el terremoto y tsunami no se produjo una fusión nuclear por un mero accidente “Tokio se ha salvado por mera casualidad”, dice el narrador.

En la actualidad 150,000 residentes evacuados de la zona de Fukushima continúan mal viviendo en hogares temporales; consumiendo alimentos contaminados y mirando a generaciones morir, vivir y nacer con problemas relacionados con los altísimos niveles de radiación.

La destrucción es inhabitable. Por donde empezamos a reconstruir el mundo.

Aunque es cierto que nunca más, luego de Hiroshima y Nagasaki se usaron bambas atómicas, yo me pregunto ¿estamos seguros? Este mundo en el que la ética del bien común ha perdido todo sentido y prima el desarrollo económico de clases privilegiadas, ¿Por qué no se han destruido las armas nucleares que tiene EEUU? El ejemplo de los reactores nucleares me parece bastante gráfico sobre todo cuando reflexionamos sobre como una potencia mundial, que necesitaba invertir en pruebas de perfeccionamiento nuclear para sus armas, amortizó sus gastos reconvirtiendo la energía nuclear para usos civiles y vendiéndola al  mundo, aun conociendo las devastadoras consecuencias que tendría el mal uso o un accidente en una central nuclear.

Por suerte, como diría Susanita (la de Mafalda), el mundo queda tan lejos.

Links de referencia para elaborar este texto:

http://www.abadiadigital.com/castle-bravo-el-gran-desastre-nuclear-de-eeuu/

http://projectcensored.org/fukushima-update-japan/

http://www.newyorker.com/magazine/1946/08/31/hiroshima

https://tecnicopreocupado.com/tag/aldea-nuclear/page/2/

https://es.wikipedia.org/wiki/Matsutar%C5%8D_Sh%C5%8Driki

http://criticality.org/shoriki-matsutaro-japans-nuclear-energy-father/

https://www.youtube.com/watch?v=MzpHiAli8No

http://www.retoricas.com/2010/05/discurso-eisenhower-atomos-para-la-paz.html

https://getpocket.com/a/read/1253421295

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=45902

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