Auto percepción o cómo decir adiós.

(Se sugiere escuchar -What your soul sings- de Massive Attack como música de fondo, para ambientar el melodrama que se avecina.)

He vivido en la metrópoli del caos, mirándome en cuanta superficie reflejaba. Prefería mirar mi rostro que el ruido, la estupidez y la miseria humana que despectivamente percibí en mi primer encuentro con la ciudad. Cada autoretrato forma parte de la cronologia y de la crónica visual sobre esta estadía en el DF. Un testimonio onda “estuve aquí” -como los garabatos que se dejan en las esfinges o en los bancos del parque, ¡“Fulanita was here”!-

DF en azul

Hoy es un domingo largo y vacío. La ausencia de la ciudad amada se asemeja a la de la persona amada. Me miro en este espejo y luego en el otro solo para darme cuenta que he pasado de la plenitud vital al letargo de la espera… algo va a suceder. Vivo los días y los minutos con la idea de -si pasa que pase- y -si no pasa- pues tampoco pasa nada. Cuando no sabes la espera puede ser el paraíso o el mismísimo infierno, hay un punto en el que da un poco lo mismo.

Premonición

Y solo por joder, por nada más, ahora mismo -la vida está en otra parte-, citando a Kundera. Empaco diez cajas y cuatro maletas y me mudo, abandono la metrópoli. Qué importa hacia donde. Lo importante es explicar que dejo mi pasión en el hueco donde la han metido las malas personas que la explotan… disculpen el tonito llorón pero es que siento que me vacían el alma, que me aíslan de la fuente de energía vital, que pierdo a mi última gran pasión.

Zoom
El abandono ha sido desagradable, lo vivo como una derrota del deber sobre el querer. La obligación de la vida que te escupe en la cara esa verdad incontestable sobre cuán poco importa lo que desees; que esto de vivir no se trata de anécdotas, ni del arte de convencer, ni de historias que podemos inventar. Se trata de sobrevivir; unos aquí y otros en cualquier punto equis del globo terráqueo, warever lugar sin importancia.

En el interior
Voy recogiendo trozos de mi misma que he dejado a propósito por toda la ciudad, como un cumplido hacia ella. La metrópoli que me devolvió la conciencia y hace que me tiemblen las tripas de vergüenza y de alegría, al mismo tiempo. Recorro la ciudad por última vez… recuerdo cuando le entregue mi alma, de hecho fue en el mismo lugar donde viví en carne propia el mito urbano de -no sé dónde termina mi cuerpo y donde empiezo en el mundo-.

Bajo el sol
Los gritos, el silencio, el ruido de máquinas y motores, el murmullo de besos y canciones.  Mientras sin poder pensar con claridad encuentro en mi memoria la canción de los Cadillacs -Mi novia se cayó en un pozo ciego-, imagino que Elenita es esta ciudad.

-Y acá afuera ya no tengo más amigos, con Elenita se fue todo lo mío. Quien me hará el té por la mañana o quien se acuesta conmigo en mi cama.
Desde acá ya no puedo ni mirarla, solo escucho que me grita y no se calla
le pregunto qué pasa por allá abajo, nada nada no veo un carajo
hay que sacarla
del pozo ciego
hay que ayudarla
porque la quiero.-

Solo se me ocurren estas palabras tiernas y pegajosas para dedicarle al Defectuoso, como se le dice cariñosamente. Saco el último delicado de su paquete y mientras lo enciendo pienso en la foto que me recuerda el momento exacto que supere el miedo a mirar a la gente. A través de las miradas fui testigo del miedo al poder, de la solidaridad sin condiciones, de la belleza del mestizaje, de la diversidad infinita de la raza humana. Me he quedado sin aliento y sin palabras por la vitalidad que exhala la ciudad.

Mis tripas
Me voy sin decir ni adiós ni hasta luego. Como el Chapo yo también bajo por un túnel hasta el avión que me aleja de aquí. En el descenso abrazo con fuerza el disco duro que contiene mi memoria sobre el paso por el distrito federal. Las pruebas para contarle a quién desee leer que yo pase por allí, infinitas instantáneas en mi mente pero apenas unos segundos en la línea temporal universal.

Frío

Besos y abrazos para los defeños que no están defectuosos; besos y abrazos para los extranjeros que sobreviven en la metrópoli ¡más no puedo decir!
Ahora habitare un nuevo país, otra vez sin encajar, sin pertenecer. Con mi cámara registraré cada segundo, no para comparar, solo para constatar que ya nada es igual.

Primera

2 comentarios en “Auto percepción o cómo decir adiós.

  1. Hoy me contó tu carnala del alma de tu desplazamiento. Está telúrico el asunto. Pero el D.F. siempre ha sido sísmico. Fuerza, Ma. Eu. es mejor ser desplazado por propia voluntad que forzado a irse, lo sé, pero siempre puedes construir tu pertenencia. Haz que la nueva ciudad sea tuya como la vieja ciudad se apoderó de tí, leer mientras escuchas «Wherever I Lay My hat (That’s my home)» de Marvin Gaye, en la version de Paul Young, y hacerme trompetillas por lo fresa de la rola.

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  2. conmovedor tu paso…. seguro registraras y comentaras nuevas percepciones de las realidades que se avecinan… llegara mas arte y creatividad a ti, ya veras amiga!!!, fuerza, alegría y un gran abrazo

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