Pesadilla.

Welcome to my world
Step right through the door
Leave your tranquilizers at home
You don’t need them anymore

All the drama queens have gone
And the devil got dismayed
He backed up and fled this town
His master plan delayed

And if you stay a while
I’ll penetrate your soul
I’ll bleed into your dreams
You’ll want to lose control
I’ll weep into your eyes
I’ll make your vision sing
I’ll open endless skies
And ride your broken wings
Welcome to my world
-Depeche Mode.-

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Tantas veces había transitado el mismo camino de la insatisfacción que nunca lo consideré una línea directa al abatimiento y la decepción; más bien un destino asolado, matizado por momentos de fantasía. La música nos ayuda a sobrellevar la monotonía, voces perfectas, susurrándonos al oído.

Pesadilla.

Alguien hecha una carcajada de lujuria y el escándalo llama mi atención; no lo suficiente, porque en ese momento debí haber intuido que había caído en el sopor de la normalidad; pero dormía y la inmovilidad impide reaccionar.

Camino en sueños. Recorro un sendero de buganvillas. Encuentro el mar y la playa llena de estrellas brillantes, color oro, que de pronto se vuelven medusas, en azul fluorescente.
Mi primera sensación es de asombro, pero enseguida siento miedo y cuando retrocedo, para tomar el camino contrario, la playa está llena vidrios rotos que no me dejan pasar. Intento no asustarme y pienso en retomar el camino por el que llegué. Mi corazón se tranquiliza al reconocer el sendero y el color de las flores; pero de pronto todo se vuelve vacío y oscuridad… veo la sombra de una mano que intenta agarrarme de la cintura.

Deseo despertar pero no puedo.

Presa de la oscuridad, la percepción sobre el movimiento y la realidad se distorsiona. Me es imposible reconocer un escenario, tampoco puedo ver a los actores, escucho una voz que suplica y una música desconocida.

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En un país hoy desaparecido, en un momento en que las circunstancias de la historia dan un giro inesperado, se consuma una forma de ver mundo y una manera de vivirlo. El pensamiento se detiene, para buscar un diálogo consecuente, y rendir cuentas sobre transformaciones, vividas en carne propia; una voz desconocida habla de poner punto final al engaño. Porque al fin y al cabo, medito, ¿Qué son las pesadillas? sino alusiones violentas al pánico que nos provoca estar vivas.

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El mismo instante en el que este pensamiento concluía, he caído sobre un muro que se desplomaba, y, con su caída, desvelaba secretos convenientemente ocultos para evitar dar explicaciones sobre la corrupción del “ser”.

Sentí que por unos segundos lloré, pero el llanto fue insoportable y tuve que parar y gritar. Apreté con fuerza mi cabeza, incapaz de comprender. Por un momento fui infinitamente infeliz.

Los culpables huyeron, otros se quedaron a ver y contemplar, sin intervenir.

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Soñando todavía y de forma violenta, paso de ser invisible a sentarme en el centro del mundo. Antes de despertar, reconozco una mirada sombría, la mía. Y cuando, finalmente, creo abrir los ojos, me encuentro rodeada de brazos que me auguran buenos deseos y recitan promesas sobre el paraíso. Me cuesta entender.

Cuando desperté, la oscuridad en la que me encontraba, fue aún más cruel.

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Sola, entre sombras y ciega, comprendí la indolencia de un mundo egoísta. Tal certeza, me permitió encontrar la fuerza que necesité para moverme y huir. ¿Morir o desaparecer? Yo desaparecí; para florecer en un momento distante, en otro tiempo y espacio; para iniciar un modo de vida diferente. Harta de transitar entre millones de seres insensibles y faltos de afectos, dispuestos a destruir los ajenos, encontré el escondite perfecto en un amor usado y gastado, pero con ansias de reinventarse.

Segura de que he despertado. Miro al infinito e intento relativizar la maldad, intento comprender “de que va” este mundo.

Concluyo que alguien decidió por mí y monte en cólera. Ejercito mi racionalidad, entiendo que he abatido a la estupidez, disfrazada de seducción; y, he ganado una guerra que no luchaba. Siendo la paradoja del destino, erigirme como la única que podía reivindicarlos, para que abandonen su miseria.

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Yo seré quién reparare tus alas rotas, quién guíe tu mente perdida, quien ponga voz a tus emociones escondidas. Te tomaré entre mis brazos, te mantendré a mi lado, dormiremos el sueño que los demonios no puedan alcanzar, solo para volvernos fuertes y lúcidos. Infinitos.

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