Me verás volar
Por la ciudad de la furia
Donde nadie sabe de mí
Y yo soy parte de todos
Soda Stereo
No paseamos, no bebimos, nos acostamos el uno al lado del otro y poco más. Pero no fue lo mismo, no sé cuándo dejo de serlo. Había un espacio entre nosotros, habían ocurrido cosas, yo no entendí nada, bueno… algo sí. Un día nos observe juntos y me pareció que éramos normales. Íbamos al teatro, a comer con amigos y poco más. Era triste, era triste, era muy triste. Cuando él se sentó a mi lado, hablamos de lo mismo de siempre, no reímos, hablamos tan poco, murmuramos. Si hablábamos lo hacíamos de la vida de otros, él bebía en la oscuridad y yo fumaba porros con el sol calentándome los pies. Cuando nos fuimos a dormir, yo no puse los pies sobre el cuerpo o él los suyos sobre el mío como solíamos hacer. Dormimos sin tocarnos. Dejé de mirarle.
Algo nos habían robado a los dos.

Nada cambiará
Con un aviso de curva
En sus caras veo el temor
Ya no hay fabulas

David Linch decía «Algunos misterios está muy bien que se resuelvan, son inspiradores. Lo que pasa es que la historia se acaba y ya está. Por eso siempre debemos dejar un espacio para continuar soñando».
Si la televisión no te deja escuchar tus propios pensamientos, grita, grita fuerte. Si a pesar de hacerlo no te escuchas, se valiente, apágala. Televisión, música, drogas, la voz de las otras, la voz de tus amantes, de tu madre, de tu padre, el miedo, el miedo, el miedo.
Me verás caer
Como un ave de presa
Sobre terrazas desiertas
Me desnudaré
Por las calles azules
Me refugiaré
Antes que todos despierten

¿Qué hacer cuando no sé sabe qué hacer, qué pensar?
Todos lloramos, si no sabes qué hacer, las lágrimas te secaran por dentro y te quebrás.
Luego queda un espacio, un vacío, la nada que hay que atravesar y, seamos sinceros, es una tarea Titánica, que doblegará al más valiente. Aunque parezca que no puedes respirar, que mueres en el intento, continua, camina, no pares y sobre todo no mires atrás, porque el pasado solo devuelve dolor.
Me dejarás dormir al amanecer
Entre tus piernas
Sabrás ocultarte bien y desaparecer
Entre la niebla
Un hombre alado extraña la tierra

Si esperas que alguien venga a salvarte eres una pobre desgraciada; si crees que todo el mundo tiene la culpa, menos vos, eres una pobre infeliz. Nadie puede salvarnos, solo nosotras mismas podemos hacerlo. A veces hace falta un grito, o dos, para levantarte, salir a mirar el mundo y descubrir que hay que moverse y explorar/experimentar. Quedarse quieta adormece, nos vuelve inconscientes, estúpidas, ingenuas, crédulas.
Cuando vuelvo la mirada sobre todo lo dicho, en estos 6 años, veo la vida por etapas, en cada lugar he sido otra, es la ventaja de ser extranjera en muchos lugares. La vida se ha reinventado ayer, aquí y ahora. Y (me) estoy infinitamente agradecida por haber sido capaz de cambiar. Estoy agradecida porque él también cambió. Todavía hay mucho que recorrer, aunque perdí tiempo, todavía queda; al menos eso me gusta pensar.

Al iniciar este texto quería contar una historia, pero ya no me acuerdo lo que quería decir. Así que aquí lo dejo. Mañana prometo volver e intentar terminar aquello que hoy no he sido capaz.
Ser fuerte no significa tener músculos y hacer flexiones. Significa afrontar la propia numinosidad sin huir, viviendo activamente con la naturaleza salvaje cada una a su manera. Significa poder aprender, poder resistir lo que sabemos. Significa resistir y vivir. Mujeres que corren con lobos Clarissa Pinkola