Escribir sin ganas es como comerse el postre para ipso-facto vomitarlo o como tratar de quedar bien y hacer el ridículo. Cuando no se encuentran las palabras porque el limbo es la vida cotidiana, explicar se vuelve un acto de fe, de autocomplacencia.

Cuando la conexión con la sociedad que habitas da inicio, el proceso para describir aquello que no acabas de percibir es díficil. Entender la dinámica de la gente para ser «social”, barrial-, ojala comunitaria.

La forma que usamos para percibir cual es la realidad que nos acomoda, es a través del testimonio de los otros. En este caso qué piensan sobre la situación de ser catalanes en España, Españoles en una Europa privilegiada. Asumir el contexto de forma práctica: donde come la gente, donde se compra el pan, ¿dónde está el mercado, donde la biblioteca pública de barrio? ¿Las librerías de libros leidos, la tienda de dvds y la tienda de discos?

Entonces sales a tramitear. A dejar “el papel”, a sacar dinero del banco, a comprar brócoli, pan y pescado para la cena. La vida exterior se ha detenido y para reactivarla hay que deambular y perderte por las calles nuevas.

 

Mientras descongelas el mundo y hasta nuevo aviso, el hogar te mantiene activo, no para jamás. La mueven los chamos y el colegio, eventos de repetición por excelencia. Si no tienen idea de cómo es el limbo ya les he dado algunas pistas.

Limbo es esa porción de ciudad donde parece que estás en muchos lados pero solo estás en un punto de la ciudad.

¿Qué escribo? me pregunto a mí misma. Me-respondo “piense por sí misma, mija!” Con seriedad porque no hay a quién más preguntar. Se me antoja preguntar por la calle ¿a usted señorita que le apetece leer, como una simple curiosidad literaria? De esta opinión armaría yo mi propósito, nadie sabrá que la idea no ha sido mía porque la desarrollaré de tal forma que parezca que hace mucho que voy detrás de ella.

Dragomanoff es una palabra que leí y me dieron ganas de decir algo sobre ella. Pero es un apellido y además de un escritor. Pensaba apropiarme de la palabra para hacer mi propio apellido y firmar frases tipo:
Que nos maldigan los santos del Surrealismo Rimbau, Sade, Péret y Cortázar si volvemos sus pensamientos ejes para la magia, el fanatismo, el psicoanálisis, el yoga y el ocultismo. Dragomanoff.

Y citaría a otros autores para añadirle relevancia:

-La pensée en elle-même est déjà un signe de résistance. Max Horkheimer
-Los disidentes son la honra de nuestro tiempo. Octavio Paz
-No se sabe lo que puede el hombre en tanto que está vivo como conjunto de fuerzas que resisten. Michel Foucault
-Si la revolución constituye una de las figuras posibles de la belleza, es precisamente en la medida en que esta belleza no puede vislumbrarse sino como promesa. Dominique Baqué
-Que nos maldigan los santos del Surrealismo Rimbau, Sade, Péret y Cortázar si hacemos de sus pensamientos ejes para el fanatismo, el psicoanálisis, el yoga, el ilusionismo y el ocultismo. Dragomanoff.

 

Mientras apelo a la inspiración pienso también que tengo que dejar de comprar -bics rosa- porque siempre son las que fallan; un día mueren y no hay forma de que encienda un puto cigarro más. Así de profunda estoy estos días.

En todo caso tampoco es cierto que no queden ideas pero es que las fotos que son mi referente habitual, son muy literales; están aún tan cargadas de realismo y lo que miro esta aún muy fresco, muy presente, demasiado inmediato.

Así que hasta aquí el resumen de porque no escribo. Porque estoy esperando que algo me dé subidón, una super noticia, una cachetada que me despierte de la modorra del tabaco y la maría.

Volver a escribir a toda prisa, revisar si aquello que se ha pensado es debidamente transmitido. No traducir exactamente la verdad, lo percibido. Añadir algo al panorama para no quedar como una simple espectadora.